I aquí està el segon treball sobre el quadre de Friedrich.
Écfrasis: Umberto Eco considera que «cuando un texto verbal describe
una obra de arte visual, la tradición clásica habla de écfrasis».
Descripción para invidentes de un
cuadro de Friedrich (charla informal)
Nombre: La ruina de Éldena (Klosterruine Eldena bei Greifswald) h. 1825
Autor: Caspar David Friedrich (1774-1840)
Datos técnicos: Óleo sobre lienzo. 35 x 49 cm
Localización: Berlín, Nationalgalerie, (Inv. Nr. A II 574)
Movimiento artístico: Romanticismo alemán
Os acabo de leer la ficha técnica de un cuadro. Ahora, todos juntos vamos a hacer un pequeño viaje que nos permita conocerlo
más allá de estos datos fríos. Permitidme que os haga de guía en esta aventura
y esperemos llegar a buen puerto con la ayuda de vuestra fantasía. Vamos a
empezar por el tamaño del cuadro. Se trata de una obra más bien pequeña:
imaginad un cuadrado (no es exacto, pero servirá para que nos hagamos una idea
de su forma), cuyo lado tenga aproximadamente la longitud de vuestro antebrazo
o algo más. En este espacio tan exiguo Friedrich ha trazado la representación
de las ruinas de una antigua abadía cisterciense en medio de un bosque. No es
un paisaje imaginario. El lugar existe todavía y se encuentra en el norte de Alemania, en las
proximidades de Greifswald, que fue la ciudad natal
del pintor.
El panorama se
contempla desde un hipotético punto situado a ras de suelo, de tal manera que
el espectador tiene la perspectiva de un caminante que llegara al lugar de
manera casual y contemplara las ruinas desde el interior del bosque. Friedrich
ha dibujado de manera muy exacta todos y cada uno de los elementos que componen
la obra. Los árboles y la maleza, que llenan el cuadro hasta casi desbordarlo,
están delineados con trazos precisos. Transmiten la vívida impresión de que
saldríamos llenos de rasguños si nos internáramos en esa espesura. De la
antigua abadía quedan apenas un par de altísimos paños de pared y varias
columnas, por las cuales se enrosca la ubérrima vegetación. Ha desaparecido la
bóveda y los restos del edificio se yerguen dispersos. En la parte superior del
cuadro aparece un estrecho segmento de cielo pálido, sin sol. En la zona
inferior, en primer término, reina una maraña de zarzas, arbustos y troncos
retorcidos.
Justo frente
al espectador, pero en el fondo del cuadro, apoyada en lo que debió de ser el
ábside de la iglesia, aparece una humilde casita de labradores. Su pequeñez
resalta todavía más lo monumental de la antigua construcción, ya que la
vivienda entera cabe en apenas un rincón del interior del antiguo templo, y la
cúspide de su techo, fuertemente inclinado, es apenas un tercio de la altura
del muro. De su chimenea sale un hilo de humo y ante ella, en un espacio
despejado, se encuentran dos figurillas,
quizá dos campesinos, que parecen charlar tranquilamente en este entorno tan
poco usual y aparentemente nada acogedor. Son dos seres insignificantes en
medio de un poder muy superior a ellos, evocado a la vez por los despojos de la
obra humana y por la pujanza sin límites de la naturaleza.
El tratamiento
de la luz, muy sutil, resalta los contrastes entre la claridad del centro del
cuadro, con la casa y los labradores, y unas sombras tan hábilmente sugeridas
que parecen que vayan a envolver poco a poco todo el ambiente; nos encontramos,
quizá, ante un atardecer de otoño. El cuadro transmite una sensación de
inmovilidad muy acusada; no sopla el viento, ningún animal se mueve entre el
sotobosque. El silencio pesa sobre la escena. No se aprecia sonido alguno de pájaros
ni de insectos, y el punto de vista del espectador está demasiado apartado de
los dos hombres como para oír voz alguna. Es un instante congelado, lejos del
transcurso del tiempo, el retrato de una impresión más que el de un paisaje. No estamos ante un panorama amplio, que nos lleve a lejanos horizontes,
sino frente a un espacio compacto, cerrado, que nos retrotrae al interior de
nuestro propio espíritu. ¿Qué nos quiere decir? Quizá que, aunque las glorias
humanas caen, la vida (¿Dios?) siempre triunfa.
I aquí teniu el quadre!
Es una descripción realista de la obra de Friedrich, un realismo que te invita a sumergirte dentro de la obra, a sentirla y vivirla, me ha parecido genial.
ResponEliminaMuchas gracias, un saludo.
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