divendres, 11 de juliol del 2025

Una laguna en el mar de las olas (XVI)

 


Una tranquila noche de sueño reposado es un hermoso regalo



Capítulo XVI. Nocturno

Después de tomar una pequeña colación todos se habían ido a sus habitaciones, ya que Radha había encontrado sitio para sus compañeros en el mismo Palacio Saraswati, muy cerca de su propio alojamiento. Una vez salieron del despacho, los acompañó, a través de un umbrío jardín, hasta un moderno edificio anexo distribuido en pequeños y cómodos apartamentos unipersonales, y que contaba en la planta baja con una cantina de veinticuatro horas estrictamente vegana.

La residencia había recibido el nombre, algo rimbombante, de Edificio Pavitranda1, y proporcionaba un servicio razonable y a buen precio a las personas que deseaban asistir a los diferentes actos y convenciones pero que no disponían de los recursos de los ponentes más encopetados o el apoyo de una organización importante. Con esta acertada política el Saraswati había conseguido que sus eventos fueran un gran éxito de público y que se pudieran contrastar gran número de opiniones en todos los campos y especialidades que se debatían. Requería una organización muy rigurosa, pero el tiempo y recursos invertidos lo habían convertido en un referente a nivel mundial. Gracias a esta disposición, Radha no había tenido problemas para colocar a sus antiguos subalternos y conseguir pases para ellos.

Elaine quedó muy satisfecha con su habitación. Era diminuta pero encantadora, adornada con gusto, con una ambientación claramente india. Disponía incluso de un discreto gestor de residuos orgánicos, lo que permitía a quien estaba hospedado hacer sus necesidades y lavarse las manos allí mismo, sin necesidad de trasladarse hasta los servicios públicos de la planta. Era una inesperada comodidad, pues podría limitarse a utilizar los lavabos compartidos para ducharse. Se dejó caer en la cama y casi inmediatamente se durmió. Apenas tuvo tiempo de quitarse los altísimos zapatos y tirarlos en una esquina del cuarto con la firme intención de no volver a ponérselos nunca más.

Aiko cerró la puerta, suspiró con agradecimiento y se dirigió a la maleta. Sacó el viditel y pidió una llamada a Tokyo. Mientras esperaba la conexión se quitó el mono-kaiteki que había llevado en el viaje y se puso un cómodo kimono de algodón. Al cabo de unos minutos recibió la señal de respuesta y vio el rostro de Yasuhiro, que la miraba con cierto asombro.

-¿Aiko-chan? ¿Eres tú? Es bastante tarde, ya estaba durmiendo. ¿Pasa algo?

-No, nada, acabo de salir de una reunión y quería saber cómo seguía Mitsuki-chan. Por no llamarla a deshora he preferido despertarte a ti.

Yasuhiro quedó pasmado por el desparpajo de su mujer, pero prefirió contestar a la pregunta.

-Nuestra hija está bien, he hablado con ella antes de cenar y aunque se siente muy pesada por lo demás todo está correcto. ¿Y tú?

-Bien, interesante -Aiko contestaba con cortesía, pero era evidente que no deseaba dar más explicaciones de las necesarias.

-Ya han pasado dos días. ¿Estarás mucho tiempo todavía?

-Seguramente más de lo que pensé al principio. Te avisaré. Dile a Jiro-chan que estoy en Delhi, no he tenido tiempo de llamarle y quizás necesita alguna cosa. Recuerda que has de cuidar el kokedama, no querría encontrarlo mustio cuando llegue. Vigila tu alimentación, no compres comida rápida ni carne -pensó durante un instante-; cuando acabes lo que te dejé preparado puedes ir al Kanda-Veggie que está a dos calles, la señora Aoyama te atenderá muy bien, sólo dile que eres el marido de la doctora Minamoto.

Siguió dando diversas indicaciones respecto a la ropa, al ventilado de la casa… Yasuhiro la escuchaba a medias mientras en su mente volvía y se revolvía una sola frase que le había dejado helado: «eres el marido de la doctora Minamoto». ¿Cómo se había producido esta metamorfosis?

Cuando acabaron la conversación y cerró el viditel, Aiko sonrió para sí con regocijo, como una chiquilla tras una ingeniosa travesura. Después se echó en la cama y en pocos segundos estaba profundamente dormida.

José Quinteros consultó en el terminal la diferencia horaria con Corrientes, y decidió intentar hablar con Martina. A esa hora debía estar en la pausa-café de media mañana. Pidió el número del Liceo y el contacto con su esposa; tuvo que esperar bastante, pero finalmente apareció su querido rostro en la pantalla.

-¡Amor mío! ¿Cómo va todo, cómo estás?

-Bien -Quinteros decidió no dar detalles-. Pero quería verte, y saber qué tal estáis tú y las niñas.

-Te echamos en falta, amor. Pero estamos bien. Ha venido mi madre para ayudarme y cuidar a las niñas mientras te encuentres de viaje, y se queda a pasar las fiestas. Los ensayos del coro para el culto de Navidad están muy avanzados y necesitamos a nuestro tenor solista… ¿Estarás aquí?

-No lo sé -por alguna extraña razón, decidió mostrarse optimista-. Participar en los cantos de Navidad es una tradición que no quisiera perderme, pero creo que ha sido un acierto que viniera, y que aclararemos muchos detalles. Nuestro Señor lo comprende.

Martina sonrió, feliz. En realidad, aconsejar a su marido que hiciera aquel largo viaje la tenía dudosa y llena de culpabilidad. Notarle tan positivo la tranquilizaba. Después recordó algo:

-José, ponte en contacto con tu supervisor, me llamó ayer porque les falta tu autortech para anular el pago de los días de licencia y no podía localizarte. Supongo que estabas volando. ¿Has pedido un permiso sin retribución?

-Así es, para evitar problemas si esto se alarga. Cuídate, muchos besos a las niñas y a tu madre -la miró con preocupación-. Pareces cansada.

-Lo estoy, los chicos de la escuela están cada día peor, no sé qué les ocurre. No es conmigo, todos los profesores se quejan de lo mismo. Es como si una cierta inquietud flotara en el aire, y ellos la perciben y reaccionan con irritación; están desorientados. En casa, me cuesta mucho que las niñas se mantengan tranquilas y hagan sus tareas; se las ve rebeldes, como si esperaran que pasara algo y les molestara seguir su rutina…

Se miraron el uno al otro con cierta desazón. Cuando se despidió de su mujer y cerró el contacto, Quinteros tuvo una sensación de urgencia. Debían ponerse ya a tratar el tema que los había llevado allí porque una catástrofe se acercaba; los niños la preveían como los animales presienten los cataclismos, y quién sabe si la clave para conjurarla se encontraba en las manos de Roger Bouchard. Se dirigió a su cama, y aunque creía que sería incapaz de dormir por culpa del desfase horario, pronto se hundió en un profundo sueño.

Mientras tanto, Radharani se envolvía en su chal preferido y se echaba en la cama con un ProjekNippon, pues aunque se sentía muy cansada no tenía deseos de dormir. Lo puso en marcha y ante ella, flotando en el aire, apareció una gran pantalla. El aparato mostraba sus textos con caracteres claros de cómoda lectura y hermosas ilustraciones. Proporcionaba servicio de diccionarios, notas, enlaces a la Libromondo y complementos informativos, a un leve movimiento de su dedo sobre el control. Era un regalo de su padre, y sabía que le había costado muy caro, pero le agradecía inmensamente hasta el último taka que se había gastado. Contenía también una biblioteca completísima de todo tipo de literatura en sus idiomas originales y en cuidadas traducciones al hiplan; accesos a fondo de museos, grabaciones de películas, obras de teatro y musicales, literatura científica y suscripciones a revistas con actualizaciones. Una auténtica maravilla. Aunque entonces estaban de moda los últimos avances en experiencia inmersiva en cinco dimensiones, Radha prefería con mucho las proyecciones. Era mucho más agradable la intimidad que le proporcionaban, y así permanecía alejada de las multitudes, de las aglomeraciones ansiosas de diversión, y del ambiente ruidoso y vulgar que las acompañaban.

Escogió una serie clásica que tenía ya un siglo pero que le encantaba: una magnífica versión de su novela favorita, Gora2, rodada con una intensa sensibilidad. Trajes, música, escenarios, el buen trabajo de los actores… la hicieron retroceder a la Bengala de cinco siglos atrás y conmoverse con aquella historia atemporal y eterna. Además, ella misma llevaba el nombre de uno de los personajes principales. Desde pequeña había reído y llorado con las aventuras de la muchacha. Pero aquella noche, en medio de una de las escenas más absorbentes, empezó a sentir una intensa desazón. Se dio cuenta de que, como la Radharani del cuento, estaba en peligro de perder su mundo, ese mundo que creía conocer y tener perfectamente controlado. Todo aquello que dio siempre por sentado se estaba desmoronando y quizá nada volviera a ser nunca como lo que había conocido. Cerró el Projek porque se veía incapaz de seguir mirando cómo la protagonista se veía obligada a abandonar sus creencias más íntimas y sus afectos, y caía en brazos de lo desconocido, no viendo ante sí más que un futuro desolador. Una intensa angustia la invadió, y por primera vez en muchísimos años se puso a llorar. Echada en la cama, se quedó dormida entre lágrimas, como una niña.

A la misma hora, el viejo aeroplano troposférico 2038 de la MIAT3 , reciclado de un antiguo avión militar, sobrevolaba el Gobi mientras la mayoría de los pasajeros descabezaban un sueñecito más o menos plácido en los incómodos asientos. Los esposos Gantomor estaban desvelados. Ella fijaba la vista en la noche a través de la estrechísima ventanilla y él dejaba vagar su pensamiento, deteniéndose a veces en algún pequeño detalle que quizá podría dar sentido a todo el conjunto. Había sido tan extraño aquel encargo que le había transmitido la hija de unos conocidos de su familia… La chica había cabalgado dos días por la estepa buscando el campamento de los Gantomor, espoleando a su caballo sin darse un descanso, empujada por una viva ansiedad, con el único objetivo de llevar un aviso urgente a Iderbayarii. Era un simple mensaje oral que les había llegado desde otro enclave de yurtas y ya nadie recordaba su origen: «Has de presentarte en Nueva Delhi el día anterior al inicio de la Convención de Astronáutica. Allí encontrarás a tus antiguos compañeros de la Mare Undarum. No faltes».

La simple mención del que había sido su último proyecto espacial hizo resonar el alma de Iderbayarii con un eco profundo, como un gong golpeado con una pesada maza, y le impidió rehuir la llamada. Otra vez la Mare Undarum. Ya no se resistió. Supo que tenía que acatar la orden sin vacilaciones (porque comprendió que se trataba de una orden y no de una sugerencia o una solicitud) así que avisó a su familia y se dispuso a tomar el tren rápido hacia Ulaanbaatar, aprovechando que el campamento estaba apenas a 80 kilómetros de una estación de la vía férrea transmongoliana. Después subiría al avión y llegaría a Nueva Delhi con la mayor rapidez posible. No tenía idea de quién podía apremiarle de este modo, pero ni siquiera soñó en desobedecer.

La mujer se volvió hacia Gantomor y le tomó la mano con afecto.

-Ider, ¿no puedes dormir?

-Tú tampoco, por lo que veo.

-Ha sido todo tan imprevisto y tan acelerado… Todavía me siento nerviosa.

-No hacía falta que me acompañaras, aunque te lo agradezco más de lo que puedas imaginar, Ochir.

Los ojos de su esposa se nublaron y volvió a fijarlos en la ventanilla. Cuando recuperó el autodominio se dirigió de nuevo a su marido.

-Si crees que dejaré que te enfrentes solo a esta situación… Ni lo sueñes. Bastante sufriste ya al regresar de Titán. Tú allí, aislado como un malhechor, y yo haciendo viaje tras viaje hasta Bosten con la niña, y nunca me dejaron verte. Nuestra pequeña Oyuun apenas tenía un año, ni siquiera la habías visto nacer, hablábamos por el visifono. Aquellos meses fueron terribles.

-Es curioso que tengas ese mal recuerdo de la investigación, cuando yo ya estaba en la Tierra y a salvo, y no sientas lo mismo hacia la expedición en sí.

-Eras un astronauta y estabas llevando adelante tu trabajo. Se te veía tan orgulloso, tan satisfecho; ilusionado, sí, por aquel proyecto. Los días en que la Mare Undarum desapareció fueron de gran inquietud, no te lo voy a negar, pero es uno de los riesgos que todos aceptamos. Qué alegría cuando se restableció el contacto…-el rostro de Ochirbatyn se ensombreció-. Lo espantoso fue el regreso. El encierro de tantos meses en Bosten. Para mí fue como tenerte en una prisión. Injusto, arbitrario. Horrible.

-Era una prisión. A punto estuvimos de ser juzgados como traidores. Aún no sé qué nos salvó de pagar un precio mucho más alto por aquel incidente. Al menos yo, al volver, encontré una esposa y una hija que me estaban esperando, y en la Tecnológica me abrieron las puertas en cuanto supieron que buscaba trabajo. Otros lo tuvieron más difícil.

Ochir suspiró, pasó el brazo por debajo del de su marido y recostó la cabeza en su hombro. Así se quedó finalmente dormida mientras Iderbayarii se sentía invadido por la duda y la aprensión. Sin embargo, y sin saber cómo, se fue serenando poco a poco y se dejó caer en un sueño mucho más tranquilo de lo que había imaginado al empezar el viaje.

Varias horas después, en plena madrugada, la insistente alarma del viditel despertó a Elaine. Apenas si comprendió qué estaba pasando hasta que se dio cuenta de que tenía una llamada. Malhumorada, pulsó el contacto y vio que era su exmarido. Hizo un esfuerzo por despejarse y habló con una voz algo velada.

-¡Jean Luc! ¡Hola! ¿Te pasa algo? ¿Qué haces llamando por viditel?

-¡Hola, Elaine! Si que tardas en contestar… ¿No estás en casa? Tu fono indica fuera de cobertura…-se fijó con curiosidad en el fondo que se entreveía, tan distinto del piso de Elaine-. No me digas que has ido de fiesta y has acabado en un hotel, y acompañada… -la voz de Jean Luc era sarcástica, nada cordial.

-Estaba durmiendo, ¿qué quieres? -bostezó de forma incontrolable.

-Si aún no son ni las diez…

-A ver, son… -miró el reloj del aparato de comunicación-. ¡Pasan de las dos de la madrugada! ¿No te ha avisado el servicio de llamadas viditel de que estoy en este huso horario? -ahora estaba enojada, aquel Jean Luc no le tenía la más mínima consideración.

-Creí que era un error, si tú nunca vas a ninguna parte. ¿Dónde estás? -Jean Luc no daba crédito a lo que estaba oyendo.

-En Nueva Delhi, en una convención, por eso el fono no me localizaba -Elaine se sentó en la cama rascándose el cuero cabelludo.

-¿Una convención? ¿Y en la India, nada menos? ¿De qué narices estáis hablando?

-Es la Convención Internacional de Astronáutica en el Espacio Profundo -como estaba molesta por las palabras de Jean Luc, procuró que se oyeran bien las mayúsculas.

-¿Y te han invitado a ti? Si te echaron…

Elaine sintió una furia sorda. La incomprensión de su marido cuando regresó de Bosten la había herido profundamente. Ella cayó en una depresión, y no obtuvo ninguna ayuda de parte de él. Su relación fue de mal en peor hasta que Jean Luc, harto de aguantar lo que llamaba “las neuras de Elaine”, pidió el divorcio.

Los recuerdos le hicieron daño. En aquellos momentos se sintió incapaz de ser amable y contestó de forma desabrida.

-¿Qué quieres? Si no es urgente, déjame dormir.

-Bueno, se trata de las llaves del apartamento… No me las has devuelto y quería ir este fin de semana.

Elaine se sintió un poco culpable.

-Oh, Jean Luc, lo siento. Cuando volví de Cauterets tuve que gestionar el viaje a Delhi, todo era urgente y ni me acordé. Las he dejado en casa. Y la señora Gervaise está fuera, no podrás entrar.

-¡Caramba, Elaine! Le había prometido a Marielle que la llevaría de fin de semana romántico. ¿Y ahora qué hago? -se estaba poniendo nervioso y levantó la voz, cosa que no resultó nada agradable para Elaine, cuya culpabilidad se evaporó y que respondió con aspereza:

-¿Quién demonios es Marielle? ¿Tu novia no se llama Alisha o algo por el estilo?

-Alisha me dejó hace un mes…

-Ya veo que estás muy disgustado. ¿Cómo decía mi abuela aragonesa? Ah, sí, a rey muerto, rey puesto. Déjame en paz, Jean Luc, no estoy de humor y tengo sueño. Llévala a comer una pizza. Volveré en pocos días.

Jean Luc no daba crédito a lo que estaba oyendo. Elaine, siempre tan comprensiva, desviviéndose por complacerlo, anteponiendo el bienestar de su exmarido a sus propios intereses, haciéndole favores y recados sin pedirle nada a cambio más que un miserable fin de semana al año en Cauterets, parecía una extraña. Esta no era su Elaine, sino una auténtica bruja, como todas las divorciadas.

-Conque una pizza… ¿Tú qué te has creído? ¿Sabes lo que va a pasar? Que cuando recupere las llaves no las volverás a ver ¿me oyes bien? -Jean Luc ya estaba gritando-. ¿Te estás enterando? Es intolerable que me trates así. Supongo que no te das cuenta de que no tienes ningún derecho…

Elaine estaba ahora completamente despierta y alerta.

-Tú y tu novieta os podéis ir al cuerno. ¿No le puedes pedir un duplicado a tu mamá, o es que te da miedo decirle con quién vas?

-Si te parece, no tengo nada más que hacer que ir hasta París a buscar unas puñeteras llaves que ya tendrías que haberme dado.

-Existe algo llamado mensajería.

-¿Y me la pagas tú? Porque las llaves son mías, te las dejé por hacerte un favor.

-OK, no te preocupes, que te las devolveré y te las podrás colocar en un sitio que no te gustará oír.

Y se dio a sí misma la satisfacción de cerrar el contacto dejando a Jean Luc con la boca abierta y un palmo de narices.

-¡Dios mío, qué alivio! Creo que nunca me había desahogado así con ese imbécil. ¿Cómo pude aguantarle tantos años y echarlo en falta después? Y se ha aprovechado de mi buena fe todo lo que ha podido. ¿Cómo no me he dado cuenta hasta ahora?

Se dejó caer sobre la almohada, aún maravillada de su reacción, y feliz.

-¡Adiós muy buenas, señorito Jean Luc! No vuelvas a suplicarme que te redecore la casa para impresionar a tu nuevo amorcito, o que te cuide al chucho porque tu ligue de fin de semana es alérgica a los pelos de perro. Ya no soy aquella idiota que tenía miedo de que la odiaras. ¡A la porra con todo!

Se volvió en la cama y se durmió con una sonrisa.


(Continuará)

________________________________________________________________________

1 Huevo Sagrado en lengua hindi.

2 Novela de Rabindranath Tagore publicada en 1910 y ambientada en Bengala en la década de 1880.

3 Siglas de Mongolyn Irgenii Agaaryn Teever: Aerolíneas Nacionales de Mongolia.


dimarts, 24 de juny del 2025

Encara queden herois que m'agraden



Jane Eyre (protagonista) i la petita Adèle Varens en la versió que Cary Joji Fukunaga (2011)
va fer d'aquesta magnífica novel·la de Charlotte Brontë




Virgili (La Divina Comèdia, Dante Alighieri, 1320)

En el context de la literatura clàssica, el Virgili de la Divina Comèdia és un dels personatges que més favorablement em van impressionar. És ben cert que no ha de témer res, però això no li treu la bondat, el seny, la cura amb què tracta Dante. Virgili serà un acompanyant entranyable, i realment, quant Dante arriba al Paradís i Virgili no pot continuar, se'l troba a faltar, i no pas poc.



Aquesta il·lustració de Doré ens mostra molt
clarament el suport i la cura que té Virgili amb Dante
en la seva perillosa travessa 



Coronel Cristopher Brandon (Seny i sensibilitat, Jane Austen, 1811)

Si et vols enamorar, tria aquest personatge magnífic. Una persona que ha viscut la desgràcia, que és comprensiu i acollidor. Et passes la novel·la desitjant que trobi per fi la felicitat, i encara sort que Jane Austen va decidir que es mereixia el millor!


Alan Rickman, en la seva genial interpretació del Coronel
Brandon, el fabulós personatge de Jane Austen, a la pel·lícula
Sense and Sensibility (Ang Lee, 1995)





Fortunata y Jacinta (Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós, 1887)                                                                                                                                                                                                                            
Una de les més fantàstiques novel·les de la literatura castellana del segle XIX és aquest fresc impressionant del Madrid de l'època i les persones que hi vivien. Fortunata és vital, al·legre, positiva. Jacinta, bondadosa i acollidora. I totes dues estan enamorades de la mateixa mala peça, el mateix "senyoritu" aprofitat i caradura que acabes detestant. Un llibre que no té ni una línia de desperdici, una meravella extraordinàriament ben escrita que t'atrapa fins el final. Una anàlisi despietada de tots els tipus d'amor que hi ha. I dues dones inoblidables.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    
Fortunata (Ana Belén) i Jacinta (Maribel Martín)
en l'excel·lent adaptació de Mario Camús (1980)
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

Boromir de Gondor (El Senyor dels Anells, J.R.R. Tolkien, 1954)

Quan llegeixes el capítol final de La Comunitat de l'Anell et quedes ben escruixit. Boromir és un dels personatges més commovedors de l'obra. Atrapat entre la fidelitat al seu pare, l'amor al seu germà i a la seva terra, i el compromís amb la Comunitat, es veu sacsejat per fortes emocions i finalment donarà la vida per no trair els seus companys. Boromir mor amb honor, com un autèntic heroi humà, amb les seves contradiccions, les seves febleses, i la seva radiant personalitat.


Sean Bean en el paper de Boromir, en va fer una creació,
d'aquest personatge tan entranyable (The Lord of the Rings, Peter Jackson, 2001)





Karana (L'illa dels dofins blaus, Scott O'Dell, 1960)

És un llibre molt interessant que novel·la un cas real: Karana queda totalment sola en una illa, i, adaptada a la forma de vida d'un grup de depredadors, sobreviurà amb bona salut, física i mental, durant divuit anys. També la pel·licula del mateix títol, de l'any 1964, val realment la pena. Scott O'Dell va procurar ser molt precís amb el relat, que és realment impressionant, i que ens mostra la capacitat de supervivència d'una persona modèlica.


El personatge de Karana, que va existir realment,
és molt atractiu i es fa estimar com pocs





Alba (Mecanoscrit del segon origen, Manuel de Pedrolo, 1974)

Una altra supervivent, aquesta de ficció, però també molt atractiva, és aquesta noia lluitadora i forta, una mena d'Eva solitària que donarà naixement a una nova humanitat gairebé des de zero.



L'Alba i el Dídac es queden sols en un món desolat



Segur que un altre dia en trobarem més!!!







diumenge, 15 de juny del 2025

Una laguna en el mar de las olas (XV)

 

A las personas sometidas a fuertes presiones y miedo,
les puede parecer que soportan todo el peso del universo sobre sus cabezas


Capítulo XV. Miedo

El grupo quedó en silencio. Parecía que habían llegado a uno de aquellos puntos en los que no se puede avanzar, pero es imposible retroceder. Como si en medio del camino dos muros sombríos, el pasado y el futuro, impidieran cualquier movimiento y les dejaran encerrados en un presente precario, lóbrego, odioso.

Bouchard volvió a dirigirse a Radha.

-Doctora Chatterjee, vamos a trabajar sobre sus recuerdos de Titán, y también -se volvió hacia Quinteros- con usted. Todos juntos.

José Quinteros amagó un gesto de rechazo, y Radha y Elaine tampoco demostraron ningún entusiasmo.

-¿Es necesario volver una y otra vez sobre ello? -Quinteros hablaba con voz cansada- Cuando por fin me dejaron volver juré que nunca más expondría mis sentimientos en público. ¿Sabe usted qué es lo que significa mostrar tu terror, aparecer como un cobarde ante tus colegas, o tus superiores?… ¿Qué hiriente es quedar como un ser indigno de respeto?… Sólo las personas que te aman y a las que amas tienen derecho a ser testigos de tu debilidad, porque sólo ellas comprenden y perdonan, y permiten que tú mismo te perdones también. Y aquí no hay nadie a quien pueda tomar en consideración para una nueva ostentación de derrumbe emocional.

Las mujeres se miraron, pero nadie dijo ni una palabra. Ya era todo bastante doloroso. Quinteros siguió hablando, con arisca vehemencia.

-Si pudiera usted entender lo que representa desnudar el alma para que unos expertos que ni se imaginan lo que has sufrido te analicen como a una rana en vivisección. Y emitan un informe que te destruye como profesional y como ser humano confiable. Pero no puede, porque precisamente no es usted humano.

Después de este desahogo quedó en completo silencio, la cabeza baja, encerrado en su reserva, rodeado del muro que siempre llevó consigo, pero más alto y más oscuro que antes, si cabe; más alejado de sus antiguas compañeras de lo que nunca había estado.

Roger Bouchard los miró a todos con algo que se parecía a la compasión.

-Todo eso lo sé, y ahora les voy a pedir que valoren qué es lo que van a poner en primer lugar, qué les importa realmente.

-Yo se lo diré -Elaine le miró directamente a la cara-. Incluso usted sabe que ya no puede hacer nada. ¡Déjenos ir! ¿De qué servirá cualquier esfuerzo, cualquier aflicción, que podamos padecer aquí, si todo está perdido? ¿Para qué todo esto? Déjenos marchar y olvídenos. Hasta ahora estábamos bien. Y ya que es tan hábil, borre estas horas de nuestra memoria, y esta vez empléese a fondo.

Bouchard la contempló con fijeza, y después los miró uno a uno. Excepto en Aiko, vio en todos los demás la misma expresión, el mismo anhelo, la misma acusación: si no hay nada que hacer, déjanos en paz. Se replegó sobre sí mismo, y volvió a hablar, esta vez en un tono más opaco.

-Desde luego, tienen dos opciones: revivir recuerdos y emociones desagradables pero que quizá puedan ayudarnos a tomar un curso de acción que sirva para algo, o irnos cada uno por nuestro lado y dejar que todo se derrumbe. Después de todo -su voz y su expresión se oscurecieron aún más-, yo sólo debo volverme por donde he venido y nada me va a perjudicar.

Elaine le miró amedrentada. La apariencia y lo que podríamos llamar el aura de Bouchard tomaban paulatinamente un matiz cada vez más sombrío. Aunque su aspecto físico era el mismo, se podía percibir un halo concentrado de… ¿beligerancia? ¿Hostilidad? No encontraba el concepto adecuado. La mujer tuvo la inquietante sensación de que en realidad aquel ser se parecía mucho a Koroj, o a Kanwal. ¿Dónde estaba el afable joven que la había recibido a primera hora de la tarde? No era su expresión, no eran sus palabras. Era una emanación, potente y afilada, que se filtraba de cada poro, de cada centímetro cuadrado de su piel, de su cabello, como el agua que exuda de un cántaro. Era todo su ser, y ahora recordó lo que tanto le había aterrorizado en Titán. No se trataba de malevolencia. Consistía en algo tan desmedido para su pequeña mente terrestre que quedaba aplastada y exhausta al intentar abarcarlo. No pudo evitarlo, su labio inferior tembló y empezó a sollozar.

-¡Elaine! -Radha se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Después miró retadora a Bouchard.

-No sé qué pretende, pero creo que todos estamos agotados. Yo tampoco resistiré mucho más. Parece que pierdo energía por momentos. ¿Quiere matarnos?

-No. Es una reacción natural ante mi expansión.

-¿Expansión?

-Aparición breve de un amago de mi naturaleza esencial. He sentido impaciencia y por un instante he soltado una fracción de mi control mimético. Si se fijan, estoy volviendo a ser quien era. Y ustedes -miró intensamente a cada uno de ellos- se sienten cada vez mejor, cada vez… mejor…

Ambas mujeres se relajaron visiblemente y se separaron. El rostro de Elaine se fue aclarando y su expresión facial se hizo más tranquila y abierta. Radha respiraba de forma fluida, profunda, y cerró los ojos. Su aspecto era de calma. Aiko y José también exhalaron aire con un fuerte suspiro, parecía que habían estado reteniendo la respiración desde que oyeron las duras palabras que Bouchard les había dirigido. Ahora se iban dejando caer en sus asientos, soltando tensiones. Aiko miró a Bouchard.

-Jakork-san, es evidente que son ustedes algo que no podemos comprender. Le ruego que tenga paciencia con nosotros, que nos explique qué está pasando. A mí me interesa, y mucho. Tengo una hija y un hijo, me han dado una nieta y pronto llegará un nieto. Son lo que más quiero. Por favor…

Bouchard le contestó con simpatía, era otra vez el hombre afable y considerado.

-No tema, Aiko-san, no pretendo ser arbitrario ni asustarlos. Si están aquí es porque les he llamado para hacer algo por su sociedad. Entiendo que hoy ha sido para ustedes un día agotador, les estaba forzando demasiado.

-Estoy realmente cansada -aprobó Elaine.

-No pasa nada por esperar una noche -siguió Bouchard-; nos veremos por la mañana y así, en cuanto llegue el que falta, estarán todos los participantes indispensables y nos pondremos a trabajar. Aprovecharemos el sueño nocturno para activar sus recuerdos con la ayuda de la memoria de la doctora Marchand.

-¿Cómo vamos a hacer eso? -Quinteros seguía desconfiando- ¿Una implantación de ideas?

-En absoluto. Únicamente llevaré a cabo algo parecido a abrir una compuerta de agua con suavidad. Tomando como modelo el contenido de la mente de la doctora en relación al caso, los recuerdos de los demás fluirán de igual forma. Mañana por la mañana todos dispondrán de las mismas referencias, de forma natural.

-Pero creo que aún hay bloqueos… -comentó Elaine.

-Así es; espero que quede todo aclarado en la reunión de mañana. Y entonces, además, estarán todos. El equipo no está íntegro todavía.

-No lo entiendo. ¿Quién ha fallado? -Radha, como organizadora del encuentro, estaba segura de que el grupo estaba completo y le extrañó la observación. Era ella quien había perseguido a uno y a otro por viditel hasta conseguir agruparlos, y en algún caso no había sido nada fácil-. Ya estamos aquí los que podíamos venir, que yo sepa.

-Aún no ha llegado Ider -Elaine habló con voz clara y desafiante-. No sé si pensáis o no en él, pero yo le encuentro a faltar en esta reunión.

-Está ilocalizable, no vendrá -Radha frunció el ceño. Gantomor no era santo de su devoción; fiel a su rígida concepción del deber había hecho muchos pasos y esfuerzos para encontrarle, y tenía la sensación de que su antiguo subalterno la rehuía. Si no aparecía por allí, mejor que mejor.

Pero Bouchard la replicó de forma inmediata.

-Vendrá. Así que esperaremos su llegada, es preferible.

-¿Y cómo puede saberlo? -su tono sonó ligeramente desabrido. Se sentía incluso malhumorada por ese protagonismo que Bouchard se estaba atribuyendo. Radha estaba acostumbrada a mantener el control de las situaciones y la autoconfianza del sociólogo la desconcertaba. La respuesta de Bouchard no se hizo esperar, y fue tajante.

-Vendrá, doctora Chatterjee, porque yo le he llamado.


(Continuará) 


diumenge, 8 de juny del 2025

Una laguna en el mar de las olas (XIV)

Los estereotipos levantan muros y provocan desconfianza entre
los diferentes grupos humanos


 

Capítulo XIV. Enfrentamiento

Roger Bouchard se controló con facilidad y en pocos momentos era ya dueño de sí. Se dirigió a los terrestres afablemente a fin de quitar hierro a la desagradable escena que había tenido lugar.

-Bien, ahora ya saben la razón de que les haya convocado. Hemos de encontrar la manera de tratar con Koroj, y para ello lo mejor será que tengan presente todo lo que pasó en la base de Titán, en las investigaciones que nuestro grupo realizó y en nuestros diálogos con ustedes. Si hay alguna clave para solucionar el problema quizá la encontremos allí. Yo no he podido hacer más, de momento, aunque…

Radha ni siquiera le dejó terminar la frase.

-Vamos a ver. No sé si he entendido bien lo que ha ocurrido en esta sala. Corregidme si me equivoco. Primero, tenemos a tres personas, Bouchard, Sander y Mbeki, que afirman ser extraterrestres o algo por el estilo, y que se han arrogado la potestad de venir aquí a juzgarnos según unos parámetros que nosotros desconocemos y que ni sabemos de dónde han salido.

Sus tres antiguos subordinados levantaron la cabeza y mostraron diversos grados de reconocimiento en sus rostros. El tono de voz y la dura expresión verbal de la doctora Chatterjee les hicieron retroceder a los tiempos de la Mare Undarum, donde ella llevaba las riendas con total convicción y absoluta eficiencia.

-Segundo –continuó, algo más excitada-. Para que la cosa sea aún más rara, parece ser que hace diecisiete años ocurrió algo en Titán que lo que es yo, soy incapaz de recordar, y a nadie le preocupa este detalle -miró con cierto rencor a sus excompañeras de misión-. Aquellos sucesos nos han perjudicado en nuestra vida laboral y a algunos les ha destrozado la carrera e incluso la familia -a esta afirmación, Elaine y José sacudieron expresivamente con la cabeza en muda aprobación-.

Roger, como en su momento con Elaine, la dejó hablar sin dar el menor signo de inquietud. Solamente la observaba con atención y en un momento dado enarcó las cejas y después sonrió levemente. Lo que no contribuyó precisamente a calmar a la ingeniera.

-Tercero: durante este tiempo, estos tres exploradores, investigadores, espías o lo que sean se han paseado por nuestro planeta, han usurpado unas cuantas identidades, han engañado a las autoridades y nos han estudiado como a insectos -se detuvo un momento para tomar aire, y, como nadie la interrumpió, siguió en un tono aún más agresivo:

-Y cuarto, para acabar de una vez toda la historia, nos han condenado y, prácticamente, ejecutado. Sinceramente, Doctor-Bouchard-como-se-llame, si no me voy ahora mismo a denunciarlos a todos a la policía es porque ni siquiera sé qué iba a decirles para no acabar yo misma en un frenopático.

Elaine empezó a reaccionar justo entonces.

-Por Dios, Radha, cálmate y cállate. Intenta escuchar a Bouchard. Después de todo -y aquí su voz se hizo más aguda y adquirió una inflexión en extremo cortante- has sido tú, tú misma, quien ha insistido en que viniéramos, y de forma bastante fastidiosa y autoritaria por cierto, argumentando que aquí encontraríamos la clave de los sucesos de Titán. Y a las primeras de cambio te pones como un basilisco.

Radha se volvió furiosa hacia ella. Parecía una cobra a punto de atacar.

-Así que soy fastidiosa. No cabía esperar otra reacción de la indolente Elaine, la reina del buenrollismo. Por ahorrarte inconvenientes y desaires serías capaz de aguantar cualquier cosa. Todo por conservar la ecuanimidad y esa carita sonriente de pastorcilla de bizcocho.

Quinteros intervino. Aunque algo titubeante, se percibía un gran enojo en su expresión.

-Ya basta de tonterías, las dos… Vaya par de crías maleducadas. Será mejor que dejéis de hacer el ridículo y os pongáis a hablar como personas juiciosas… y no como lo que sois.

Esta última observación la lanzó con intenciones de dardo hiriente, pero Elaine ya se había disparado y ni se enteró.

-Quizá prefiero una pastorcilla a una marimacho dominante, no nos hace falta tu constante mangoneo, señorita Radharani.

Aiko se echó a reír.

-Caramba, Elaine, casi no te reconozco. ¿Dónde están tu expresión comedida y aquel tonillo santurrón que gastabas en la Mare Undarum? Bonita manera de dirigirte a tu amiga del alma. Radha sigue en su línea, no se puede negar. Y tú, José-san, quizá que te impongas un poco más, parece que nadie desea escucharte… siempre tan inútil en los momentos de conflicto.

-Tú te callas, devoradora de ballenas -los ojos de Radha relampagueaban.

-El paleocaníbal, la melindres, y la encantadora de serpientes… menuda compañía para dar lecciones a nadie -la respuesta de Aiko fue instantánea-. Sólo falta Gengis Khan el asesino de masas.

El asombro de sus compañeros ante estas afirmaciones ya no tuvo límites. Tres pares de ojos se clavaron en su rostro, pero Aiko no les hizo ningún caso. Ahora toda su atención se había enfocado hacia Bouchard:

-Muy bien, doctor, o quizá mejor, Jakork-san. ¿Está siendo exitoso el experimento?

-¿Qué?- José estaba sobrepasado por la situación- ¿Qué nos pasa a todos? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Por qué nos estamos enfrentando?

-Un pequeño regalo de Kanwal. Expresión de contenidos inconscientes. No está mal -Bouchard estaba tranquilo, aunque le rodeaba un cierto halo de amargura-. Una demostración de los instintos agresivos de su especie y de su falta de control, dirigido con toda intención para mi uso y disfrute. De acuerdo, un diminuto ajuste, y… ¿se encuentran mejor?

-Todas esas cosas horribles que nos hemos dicho…Nunca he pensado así -ahora era una Elaine balbuceante y desconcertada la que se dirigió a sus compañeros-. Perdonadme, os juro…

Radha sacudió la cabeza. Su rostro expresaba consternación, la escena había sido desagradable.

-Todos estábamos igual. No le demos más vueltas -se dirigió a Aiko-. Tú te has dado cuenta, ¿verdad? Por eso has dicho lo del experimento.

-No era normal. Me sentía como si un torrente de sentimientos escondidos se lanzara hacia mi lengua, y mi boca hablaba sola, desenfrenada, sin que yo pudiera controlarla. Y encontraba en todo ello una especie de placer insano… No es propio de mí, esa extraña emoción tenía que venir de algún otro sitio, o al menos -una extraña sonrisa iluminó las armoniosas facciones de la japonesa- lo llevaba bien escondido. Y ahora creo que quizá Jakork-san está probando un estímulo nuevo, como poner un queso francés a los ratones acostumbrados a roer cortezas de pan. O al revés. Y a ver qué pasa.

Los ojos de Aiko bailaban de risa, mientras sus compañeros la miraban atónitos ante aquella desacostumbrada forma de hablar.

-Muy inteligente, doctora Minamoto -Bouchard sonrió-. Como puede ver hay muchas formas de control, tiene usted una vena irónica muy sugestiva si se la incita adecuadamente.

-¡¿Otra vez?! -Radha, desconcertada, ya no sabía dónde mirar-. Están jugando con nosotros. Bouchard, lo siento, pero esto se acaba aquí.

-No, por favor. Lo lamento -Bouchard permaneció abstraído durante unos instantes-. Escuchen, vamos a reconstruir todo lo que pasó en Titán y lo que ha sucedido en la Tierra desde entonces. Estoy empezando a ver una pauta, nada de lo que se está viviendo en esta sociedad es irrelevante. Por el contrario, tiene un sentido y una finalidad que no puede estar más clara. Y yo estaba completamente equivocado.

Los cuatro le miraron desconcertados. Fue Elaine la que se atrevió a decir:

-¿Se refiere a las afirmaciones de Sander, quiero decir, de Koroj? ¿Sus palabras eran una simple constatación o cree usted que realmente está dirigiendo a la humanidad hacia un conflicto de forma intencionada?

-No se trata de un mero conflicto. Creo que está trabajando activamente para conseguir su destrucción como civilización y puede que como especie.

Los comentarios no se hicieron esperar.

-¡Es imposible!

-¡Qué monstruosidad!

-¿Qué razones tendría para desear algo así? -fue Aiko quien hizo esta pregunta.

-Muy sencillo. ¿Se han fijado en su afirmación, en cómo ha remarcado lo de precioso y desaprovechado planeta?

Hubo unos momentos de completo silencio. Parecía que todos los humanos contenían el aliento.

-¿Nos está diciendo que lo reserva para otros? -Radha fue la única que se atrevió a verbalizar lo que todos estaban pensando.

-Es la única explicación posible. Jamás he escuchado de Koroj un comentario anodino o sin sentido, alguien de su condición no habla porque sí.

-Por suerte se ha traicionado ante nosotros -ante el comentario de Quinteros, Bouchard meneó la cabeza.

-Lo dudo; mucho me temo que esto es lo que han decidido él y Kanwal, y ya ni siquiera le importa que yo llegue a saberlo. Porque está seguro de que no puedo hacer nada para impedirlo.


(Continuará) 


diumenge, 1 de juny del 2025

Encara queden dolents (de cine i TV)

 

Ian Mcdiarmid com el senador Palpatine,
l'antagonista principal (i ocult) a Star Wars


Doncs sí, encara havien quedat dolentots al tinter i avui en passarem uns quants que trobo prou interessants.


Alexander Sebastian (Notorious, Alfred Hitchcock, 1946)

Alexander i Alice, l'amor impossible, l'amor condemnat. Claude Rains és el personatge més interessant, l'actor més en el seu paper, el personatge que realment et colpeix en tota la pel·lícula. Només una preciosa Ingrid Bergman està a la seva alçada. Alex està enamorat, Alex estima de veritat, no com el plasta de Devlin (un pesadíssim Cary Grant que vaig trobar molt antipàtic en tot el filme). Que Alex és un nazi? Sí, d'acord, però almenys ell tracta a Alice amb tota la tendresa i l'afecte que ella es mereix. Llàstima de la mare, que és una bruixa i el té completament ofegat. Ho sento, però quan s'acaba la pel·lícula gairebé sap greu que la Bergman no hagi decidit convertir el seu marit en un devot de les esquerres i enviat el tonto i malagradós del Grant a fer moltes punyetes!


El fabulós actor francès Claude Rains fa un paper
excel·lent com a Alexander Sebastian, el més destacat
Notorious (en castellà Encadenados)




La marquesa de Merteuil (Dangerous Liaisons - Las amistades peligrosas, Stephen Frears, 1988)

No hi ha gaires personatges tan malintencionats, manipuladors, enganyadors i perversos com aquest. Sembla que la bondat, la delicadesa o simplement l'amabilitat no tenen cabuda en el seu cor. I així i tot és una dona fascinant. Quant a Glenn Close, està simplement superba. Algunes persones troben que no dóna el tipus (massa gran i no molt guapa), però jo la vaig trobar perfecta, perquè aquí no es tracta del físic, sinó d'una interpretació impecable. I no patiu, que finalment pagarà juntes totes les seves culpes. I no fa cap pena, ni de bon tros.


Glenn Close impressiona, i no pas poc, com la marquesa de Merteuil



Tuco, Rubio i Sentencia (Il buono, il brutto, il cattivo - El bo, el lleig i el dolent, Sergio Leone, 1966)

És que no se'n salva ni un, els tres són per tancar-los, només es diferencien en les seves maneres. Aquesta és una de les poquíssimes pel·lícules del far west que m'agraden, i suposo que és perqué, com ja han dit molts crítics, no és en absolut un western sinó una trama que podria haver-se ambientat en qualsevol guerra civil de qualsevol època. Funcionaria al Japó dels Tokugawa, al bello civile entre César i Pompeu o a l'Espanya del 36 al 39 igual que ho fa a la Guerra de Secessió dels USA.

S'ha de remarcar el fantàstic treball actoral, tots tres estan perfectes, cadascun en el seu paper. Ara, la pel·lícula com a tal ja és una obra mestra portada a terme per Sergio Leone de forma impecable. Un filme totalment recomanable.



D'esquerra a dreta, Lee Van Cleef (Sentencia, el dolent),
Clint Eastwood (Rubio, el bo) i Eli Wallach (Tuco, el lleig)



La Bruixa Blanca (The Lion, the Witch and the Wardrobe - Les cróniques de Narnia: el lleó, la bruixa i l'armari, Andrew Adamson, 2005)

Tilda Swinton és, sense discussió, el millor del filme. Va saber donar a la Bruixa Blanca una fredor, un aire de menyspreu, una malignitat, totalment creïbles. Aquesta actriu tot-terreny está bé a tot arreu, faci el què faci. S'ha consagrat com una dolenta de cine amb tots els ets i uts.



La grandíssima actriu Tilda Swinton com La Bruixa Blanca




Josef Mengele (The Boys From Brazil - Els nens del Brasil, Franklin J. Schaffner, 1978)

L'impecable Gregory Peck, heroi indiscutible de tantes pel·lícules, fa aquí un paper totalment sorprenent, el del pervers doctor Mengele, en aquesta cinta molt de la seva època, però prou distreta i interessant. Amb James Mason i Laurence Olivier com els seus antagonistes, Peck construeix un personatge aterridor, amb una aparença externa amable i atraient, i una mentalitat fosca i retorçada, implacable. 


Gregory Peck està fantàstic en el paper de Mengele



Max Zorin y May Day (A View to a Kill - Panorama per matar, John Glen, 1985)

Dos dolents de cinema que són la nit i el dia, i no pretenc fer cap acudit amb el seu aspecte físic. Max Zorin és la ment perfecta, la intel·ligència despietada i l'ànsia de poder. May Day és apassionada i lleial, forta i ben capaç d'estimar. Entre tots dos, Cristopher Walken i Grace Jones, es berenen amb patates el tòtil del Roger Moore, que sembla ben bé que baixi de l'hort.



Cristopher Walken i Grace Jones, un tandem espectacular




Lorne Malvo i Lester Nygaard (Fargo, temporada 1, Noah Hawley, 2014)

Lorne és un fred assassí a sou i Lester un amable agent d'assegurances, però tots dos posen en marxa una trama de crims que trasbalsa completament la normalment tranquil·la població de Bemidji, a Minnesota. En mig d'una espectacular nevada la gent cau com a mosques, mentres una policia molt dedicada i un policia insegur i espantat van traient l'entrellat de tot plegat.

De totes les sèries de la marca Fargo, aquesta (que és la primera temporada), la segona temporada, i per la seva banda el filme original, són de lo milloret del cine i la TV dels 2000.


A l'esquerra, Martin Freeman com a Lester Nygaard. A la dreta,
Billy Bob Thornton com a Lorne Malvo. 
Quins dos actorassos.



La reina-madrastra (Snow White and the Huntsman - Blancaneus i la llegenda del caçador, Rupert Sanders, 2012)

Quina bírria de pel·lícula, mare meva. Però Charlize Theron està fantàstica, guapíssima, i, és clar, fent el bon treball a què ens té acostumats. Em trenco de riure quan el mirallet màgic diu que la reina ja no és la més bonica del regne. Aquest estúpid mirall té pa a l'ull. Mira que trobar més maca la pàmfila de la Kristen Stewart! Ni guapa, ni elegant, ni estilosa, ni res de res. La Theron li dóna cent (o mil voltes), i la pel·licula, que ja era dolenta, entra en l'absurd total.

I si almenys la Kristen fos millor actriu... Però de cap de les maneres, vaja!



Charlize Theron com la fascinant Reina Malvada.
Serà dolenta, però és més maca i millor actriu que la
pressumpta protagonista