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| Yuliya Solntseva a la pel·lícula Aelita, reina de Mart (1924) |
Capítulo XXII: Decíamos ayer...
Nadie se acordó de liberar a los Gantomor de sus bolsas de viaje, y ellos tenían tantos deseos de acabar de una vez y saber qué pasaba, que las cargaron hasta la sala de reuniones sin decir ni una palabra. La puerta, como el día anterior, estaba ligeramente iluminada, y tanto la sala de conferencias como los despachos adyacentes permanecían silenciosos y a oscuras, contrastando fuertemente con el resto del edificio. No hubo necesidad de llamar, y fueron entrando uno a uno: Radha, todavía ligeramente ceñuda, conduciendo a Dyson, que apenas podía contener su curiosidad; parecía un sabueso olfateando la noticia. Quinteros detrás de ellos, a continuación los Gantomor, y las últimas, Aiko y Elaine, que por alguna extraña razón se sentían cada vez más retozonas.
Bouchard les esperaba detrás de la misma mesa, y a su lado se sentaba muy erguida una mujer un tanto estatuaria, de expresión impasible, que les contemplaba con una especie de interés distante. Aunque todos se sorprendieron al verla nadie hizo ningún comentario al respecto. Elaine presentó a los Gantomor, ya que ellos no conocían a Bouchard.
-Roger, este es el miembro de la Mare Undarum que aún faltaba por llegar, Iderbayarii Gantomor, y esta es su esposa Ochirbatyn… Aunque creo que usted ya sabía que estarían hoy aquí.
-Como les dije ayer, yo les llamé -se dirigió al matrimonio con su afabilidad habitual-. El aviso les llegó y han respondido. Estoy satisfecho de su reacción. Por cierto, es curioso que nadie ha hecho el más mínimo comentario acerca de la facilidad con que todos han conseguido transporte…
-Es notable, ciertamente, pero supongo que ahora nos dirá que usted tiene algo que ver con ello-el comentario de Radha no dejaba de tener un tinte sombrío, pero nadie le hizo caso. Bouchard continuó hablando con el mongol.
-Temo, doctor Gantomor, que le falten algunas indicaciones para entenderlo todo, pero confío en que la memoria regrese de forma paulatina, y le pido paciencia. En cuanto a usted -dirigiéndose a Ochir- no la esperaba en esta reunión, pero ya que todos están de acuerdo con su presencia, por mi parte no hay problema. Sólo le ruego, como a su marido, que sea paciente.
Los esposos Gantomor estrecharon la mano de Bouchard y se sentaron. Bouchard se dirigió a todos los presentes.
-Bienvenidos a la reunión entre los miembros de la expedición terrestre Mare Undarum y dos representantes del grupo explorador krakta.
-¿Krakta? ¿Lo he entendido bien? Era algo así, pero no estaba seguro…
-Así es, doctor Gantomor. Nosotros somos krakta, ustedes terrestres. Pero empecemos por las presentaciones.
El sociólogo se disponía a saludar y presentar al resto de componentes, pero al reparar en Dyson se interrumpió, como si aguardara de alguien una aclaración a esta visita inesperada. El reportero prefirió romper el hielo por su cuenta, y se dirigió al sociólogo con la mano tendida.
-Encantado de conocerle, doctor Bouchard. Me llamo Mark Dyson y soy periodista; estoy aquí invitado por el señor Quinteros y -aquí su sonrisa se hizo realmente pícara- más o menos tolerado por los demás. Conozco a fondo el asunto Mare Undarum y a sus protagonistas, y al saber que se iba a tratar el tema no he querido perderme esta reunión. Además, sigo todas sus publicaciones y si al terminar la sesión me pudiera conceder una entrevista, sería una magnífica oportunidad para mí.
Bouchard le estrechó la mano, y su expectación inicial pronto fue sustituida por un ligero descontento. Se dirigió a los convocados:
-Bien, señores, veo que han traído un testigo. ¿Creen que es mejor confrontar diferentes versiones de los hechos o temen que vaya a engañarlos?
-Lo cierto -dijo Radha- es que usted también ha traído uno. Me parece que ninguno de nosotros conoce a esta señora.
-Vamos a resumir con rapidez la situación -la respuesta de Bouchard fue tajante; era evidente que lo que menos deseaba era perder el tiempo con pequeñeces-. Esta es Marina Borisovna Petrova. Está aquí a petición mía y su presencia es imprescindible. En su día registró de forma exhaustiva los detalles de nuestro encuentro y desde entonces ha estado atenta a los sucesos relacionados con él.
Elaine supo inmediatamente de quién (o qué) se trataba.
-Roger, ¿esta persona es… Munaak?
-Así es -la respuesta provino de la propia Marina. Su adaptación estaba ya muy avanzada.
-¿Quién es Munaak? -de algún lugar brotó la pregunta, el grupo la observó con perplejidad y Elaine se sintió obligada a dar aclaraciones.
-En nuestra entrevista de ayer, Jakork, o sea, Roger, me habló de él, bueno, de ella. Me dijo que era su “elemento de control” y que se había mantenido todos estos años en el cinturón de Kuiper. Es así ¿verdad? -la última pregunta se dirigió a Bouchard.
-En efecto.
Quinteros decidió que era mejor aclarar la aparición de Dyson.
-Doctor Bouchard, le ruego que no se ofenda. He invitado al señor Dyson por un par de razones. Es un asistente acreditado a la convención y en su día realizó un meritorio trabajo sobre nosotros y la Mare Undarum. Nos ha reconocido a todos, y creo que ocultarle lo que está sucediendo es absurdo y llegaría a convertirse en una fuente de problemas.
-No olvidemos que los periodistas son como aves de rapiña que no sueltan su presa -intervino Radha-, en eso Quinteros tiene toda la razón. Si se piensa bien, es mejor tenerlo como aliado silencioso que como antagonista charlatán.
-De acuerdo -Bouchard permaneció tranquilo-. Mantenerle quieto una vez lo sepa todo será más fácil que esconderle los hechos y acabar siendo delatados. Eso sí sería embarazoso, y como no me lo puedo permitir, me obligaría a tomar medidas radicales -se dirigió al periodista-. Espero que entienda que lo que se va a tratar aquí es de importancia trascendental, pero también confidencial, y que probablemente después le borre la memoria para que nada se divulgue. La supervivencia de toda su raza depende de ello. Si no desea quedarse en estas condiciones, se marchará ahora mismo, e igualmente con su memoria alterada. Usted dirá.
-Lo siento doctor Bouchard, pero antes de contestar necesito que me aclare un punto.
-¿Cuál?
-¿Qué hace aquí Yuliya Sólntseva?
-¿Quién? -la pregunta salió de forma unánime de todas las gargantas.
Dyson se dirigió a Marina-Munaak:
-Es usted idéntica a Yuliya, que por cierto, también era rusa. ¿Era antepasada suya?
-No. Únicamente tengo su apariencia.
Gantomor concretó la pregunta que todos tenían en mente:
-¿Quién es esa… Julia Solznistin?
-Sólntseva. Una actriz rusa del siglo XX. Soy un entusiasta aficionado al cine primitivo, especialmente al mudo, y ella es una de mis estrellas favoritas; también fue una talentosa directora, pero para mí será siempre Aelita, la reina de Marte.
-¿Marte? Tendría que ser Saturno -la exclamación de Elaine hizo sonreír a Aiko y a Dyson-. Aquí hay alguien con un peculiar sentido del humor.
-Todo esto es una estupidez -Radha estaba furiosa; empezaba a ser evidente que no tenía intención de poner las cosas fáciles a nadie-. Estamos tratando de nuestro futuro, del de todo el planeta, por lo que entiendo. A qué viene hablar de cine, estamos aquí para tratar de lo que esta gente nos hizo en Titán. Qué más dará si se parece a una actriz sueca o a un monje budista.
Cuando acabó de hablar parecía que saltaban chispas en el aire, y ante su enfado, Ochir, que la veía por primera vez, estaba completamente desorientada y miraba a un lado y a otro sin saber qué decir ni qué pensar. Su esposo le habló a oído:
-Esto es normal en Radha. Aún no has visto nada. Pero es perro que ladra y no muerde, ya verás -a continuación, el matemático se dirigió a todos los demás-. De todo esto infiero que el aspecto de estas personas que se llaman a sí mismos krakta está tomado de imágenes de terrestres, antiguas o modernas. Siempre va bien saberlo.
-En efecto. Es mi responsabilidad encontrar las mejores mímesis para cada componente del equipo, y durante varios cientos de traslaciones completas de su planeta alrededor de su estrella, Sol, una de mis tareas fue registrar todas sus emisiones en ondas largas y cortas de cualquier frecuencia, además de acceder a sus redes virtuales, locales, regionales y planetarias. De todo este material escogí las apariencias físicas que me parecieron más adecuadas según lo que sería el aspecto de cada uno de nosotros si fuéramos terrestres.
-No entiendo cómo puede saber algo así -fue Aiko la que habló con un susurro, pero Marina-Munaak captó su frase perfectamente.
-Nuestra raza es total y absolutamente empática hacia los campos energéticos físicos de los seres vivos, somos capaces de conectar con todas las formas externas y adaptarlas a nuestros parámetros. Podríamos crear, con la base humana, apariencias completamente nuevas según nuestras características, eso quería significar con lo de nuestro aspecto si fuéramos terrestres. Pero en realidad -Marina quedó un momento pensativa-, aunque no sé si es del todo exacto, yo prefiero hacerlo de este modo, con imágenes ya existentes. Es mucho más sencillo.
-Pues lo de la reina de Marte ha sido total.
Elaine era incapaz de contener una risa no por suave menos evidente, y pronto Aiko y los Gantomor la siguieron; el nerviosismo provocado por la extraña situación estaba pasando factura a los terrestres y todos percibían una falta de contención emocional bastante desagradable, aunque Dyson y Quinteros se esforzaban en mantener la ecuanimidad, este último incluso con tristeza. La doctora Marchand observaba a Bouchard de reojo, temiendo que tanta hilaridad le molestara. Pero el krakta no demostraba la más mínima irritación; lanzó una mirada con intención a Munaak, y ella se dirigió a todos los presentes con una voz mucho más potente.
-Es mejor que aclare unos cuantos conceptos antes de empezar. Os ruego que escuchéis y cuando acabe podéis preguntar lo que deseéis. Siento que el asunto de nuestras apariencias os parezca burlesco o engañoso. No es esa nuestra intención. Ante todo, debemos mostrarnos de forma que no os asustemos y para ello hay que adoptar una apariencia que os sea familiar. No serviría un animal o una planta porque no los respetáis, y una forma de vida extraplanetaria os aterrorizaría, así que optamos por asimilar la figura humana, la única que a vosotros os parece aceptable para una comunicación igualitaria.
Todos callaron inmediatamente, bastante desconcertados, incluso Radha y Gantomor, que no eran personas precisamente impresionables. Pero según avanzaba la adaptación a su mímesis, Marina Petrova se estaba revelando poco a poco como una presencia formidable, incluso más que Bouchard, ahora que se iban habituando a ella. Cualquier deseo de discusión o de enfrentamiento se evaporó, y aunque los krakta no estaban ejerciendo control directo sobre sus mentes, aquellas personas entrenadas durante años para fijar la atención y obedecer órdenes se pusieron en modo de escucha activa, en silencio, tan concentrados que ni siquiera parpadeaban.
-Soy Munaak de Krakta. Formo parte de la expedición Vikka-Koroj a la subsección krasiana -se detuvo un momento al caer en la cuenta de que los terrestres no podían conocer su terminología-. Para que me comprendáis: Krakta, dentro de su proyecto de rastreo intensivo del Universo Accesible, está explorando de forma sistemática las diferentes regiones del espacio, y para ello ha designado a varios grupos de investigadores. Lo que llamáis Galaxia Vía Láctea se ha encargado a cinco responsables, Kejuel, Rakjar, Onwel, Vikka y Koroj. La expedición Vikka-Koroj se encarga del Brazo de Perseo. El equipo de Koroj se separó temporalmente del grupo de Vikka para concentrarse en lo que llamáis el Brazo o Espolón de Orión. Buscamos vida, inteligencias, tecnologías… En algunos casos sólo observamos, clasificamos y registramos, en otros investigamos a fondo. A veces intervenimos, ya sea de incógnito o de forma declarada. Todo depende del tipo y alcance de la evolución de la vida en los lugares que visitamos. Nuestra intención es conocer y, si es preciso, favorecer la aparición de la consciencia. Perseguimos la interiorización del cosmos como un todo dotado de miríadas de formas de expresión, todas ellas armonizadas en una única intención y destino.
El silencio que siguió a esta declaración se hubiera podido cortar con un cuchillo. Asimilar estas informaciones -aunque el grupo que se había entrevistado con Bouchard el día anterior ya podía esperar algo por el estilo-, tenía por fuerza que ser lento. Para Dyson y los Gantomor era mucho más duro. Roger Bouchard lo advirtió y se dirigió a Munaak en su propia forma de comunicación.
-Espera un poco. Hay criaturas que no estaban preparadas. Mark Dyson y la pareja que ha llegado hoy están muy desconcertados y temo una reacción de angustia. Los demás no están mucho mejor. Esta raza no es muy adaptable.
-Tienen activados los recuerdos de los primeros contactos, por lo que sé.
-Sí, pero como ya habrás observado, el matemático, que no estaba ayer, manifiesta ciertas dificultades para gestionar la memoria. Vuelven las imágenes, pero administrarlas no le es fácil. Y para los dos acompañantes es peor. Jamás estuvieron en Titán. No tienen recuerdos. Han de aceptar los de los demás. Está siendo dificultoso.
-Estoy de acuerdo. Sus procesos mentales están muy enquistados. Sería quizá más fácil que observaran su primera entrevista con el grupo y que después nosotros resolvamos sus dudas.
-Correcto. Adelante.
Munaak volvió a dirigirse a los terrestres. Había abandonado su tono solemne y procuró hablar con más naturalidad.
-Antes de continuar, os voy a mostrar cómo fue nuestro encuentro más significativo. Os permito interrumpir si hacen falta aclaraciones.
-Por mi parte -dijo Bouchard- voy a colocarlos en un campo tranquilizante. Relájense y respiren con normalidad. Pronto cada uno verá una pantalla ante sí y en ella se proyectará una escena. De momento, simplemente observen.
Elaine susurró con suavidad, aunque temía una reacción desabrida:
-Radha, querida, digas lo que digas, al final se tratará de cine.
Pero la zona de calma mental ya les estaba afectando y la doctora Chatterjee estaba de mucho mejor humor. Así que pudo sonreír a su amiga y añadir:
-Intentemos disfrutar de la función. Aiko, por favor, ya que tú has conservado la memoria, ni que sea en parte, vas a ser quien valide toda la información que nos den. Confiamos en ti.
La respuesta de Aiko fue tender ambas manos hacia sus antiguas compañeras, que las estrecharon con fuerza. La voz de la vulcanóloga sonó con más determinación:
-Estamos juntos en esto, cada cual en su papel -inclinó la cabeza hacia los que fueron sus camaradas varones-. Gantomor, Quinteros, volvemos a formar equipo: confiemos los unos en los otros como lo hicimos durante los meses del proyecto. Aquí está la Mare Undarum de nuevo, y saber la verdad nos hará más fuertes. Ochirbatyn, Mark, gracias por acompañarnos en esta travesía, tan trascendental en nuestras vidas.
Se dirigió entonces a los dos krakta con determinación:
-Estamos dispuestos.
(Continuará)

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