![]() |
| La diversidad de razas y culturas en un entorno de respeto mutuo y tolerancia es una riqueza que no podemos dejar perder |
Capítulo XXI. Confluencia
La llamada fue inequívoca. Si una campana hubiera resonado dentro de sus cerebros, posiblemente el mensaje no hubiera sido tan claro.
«Sala de reuniones V despacho izquierda en cinco minutos»
Se encontraron todos en el pasillo que comunicaba el Pavitranda con el cuerpo principal del palacio. Sólo faltaba Radha, que se les unió desde la Sala General y que saludó con gracia a los Gantomor, aunque hubiera preferido ahorrarse el esfuerzo. No lo demostró: se inclinó ante Iderbayarii con una sonrisa y después le tendió la mano, que el hombre tomó con la suficiente sencillez como para ser, si no cordial, al menos amable.
-Hola, doctora Chatterjee.
-Doctor Gantomor, bienvenido a Nueva Delhi -se volvió a su acompañante, y aunque estaba sorprendida supo reaccionar para que la mujer no lo notara-. Esta es su esposa, ¿no es cierto? Encantada de conocerla, señora…
-Ochirbatyn -la esposa de Iderbayarii se inclinó con deferencia ante Radha. Estaba muy impresionada por su categoría y completamente extasiada ante su elegante aspecto-. Mucho gusto, doctora Chatterjee -su tono de voz evidenciaba la admiración que sentía.
-Mi nombre es Radharani -sonrió a la mujer con simpatía. La verdad era que su figura y modales le habían gustado. Era mucho más natural de lo que había creído-. Como no estamos en una misión será mejor un trato más ligero, ¿no creen? Tanto doctor y tanto acatamiento cansan un poco.
Un rumor de asentimiento surgió del grupo, y únicamente José Quinteros puntualizó:
-Por favor, yo prefiero Quinteros. Lo de José me suena raro fuera de casa.
Radha titubeó un momento al valorar la presencia de Ochir, pero decidió que sus obligaciones como anfitriona tenían prioridad. Se dirigió primero a Gantomor y después a ella.
-¿Ya disponéis de alojamiento en el Saraswati? ¿Has venido como participante de la convención, o acompañas a tu marido?
Los esposos se miraron y Ochir respondió, insegura.
-Te agradeceremos una orientación. La verdad es que se nos ha convocado con muchas prisas y hemos venido lo más rápidamente posible, sin pensar en nada más. Llevamos muchas horas de viaje y ni siquiera hemos podido cambiarnos de ropa.
Radha tomó su fono y envió un mensaje.
-No te preocupes, Ochirbatyn. Ahora mismo os buscan alojamiento. Si te parece bien, uno de mis compañeros te llevará hasta un apartamento y allí podrás descansar. Después te avisaremos…
-Ya me disculparéis, pero yo acompaño a mi marido a donde sea que vaya.
-Queremos estar juntos en esto -Gantomor miró con un cierto aire retador a Radha y luego a los demás, pero pronto decidió moderar su actitud cuando vio que ellos no parecían disgustados-. No deseo que os parezca una imposición. Por eso os lo pido por favor.
Los antiguos compañeros se miraron y después se fueron inclinando ante ella, presentándose uno a uno.
-Por mi parte de acuerdo. Bienvenida, Ochirbatyn-san. Soy Aiko Minamoto. Me alegro de conocerte.
-José Quinteros. Encantado.
-Elaine Marchand. Tienes un nombre precioso, Ochirbatyn -la aquitana le sonrió con gentileza.
Ochirbatyn dio un pequeño respingo ante el saludo de Elaine, pero nadie lo advirtió porque se controló a tiempo. Parecía muy satisfecha del recibimiento y su autodominio acostumbrado volvió pronto.
-Si podemos dejar el equipaje y refrescarnos un poco será suficiente. Ya hemos tomado algo, bastante caro por cierto…
-Estoy tramitando los pases y entonces no habrá problema con las consumiciones -Radha no fue la única que tuvo que disimular una sonrisa. Ya habían oído hablar de la ligera tacañería de la esposa de Gantomor cuando estaban en la TSA-. Están racionadas, pero ya veréis que la calidad y la cantidad son muy razonables. Bienvenida al grupo, Ochirbatyn.
Volvió a tomar el fono y de pronto se le escapó un gesto de rechazo. Estaba preparada para recibir al que había sido su subalterno, e incluso aceptar a su esposa, pero se sobresaltó visiblemente cuando se fijó en Dyson, que durante la escena anterior se había mantenido en un discreto segundo plano.
-Un momento. ¿Es usted Mark Dyson, el periodista?
-Buenos días -el hombre le tendió la mano, pero Radha no la tomó. Tenía el ceño fruncido.
-¿Esto qué es? ¿Una convención paralela? -por su tono fue evidente que se sentía molesta-. Nuestra reunión es particular, no admitimos extraños. Lo siento, señor Dyson, pero a riesgo de sonar desagradable, he de pedirle que nos deje.
Elaine pensó en hacer un aparte en voz baja, pero en realidad, no valía la pena. Tanto daba ya.
-El señor Dyson no es tonto, Radha. Nos ha ido encontrando uno a uno y ha sacado sus conclusiones. Quinteros es partidario de enterarle del caso, y aunque yo no acabo de estar de acuerdo, no veo cómo nos lo podríamos sacar de encima, ahora que nos ha visto.
-Doctora Chatterjee, le ruego que no se enoje. Tenga en cuenta que soy observador por naturaleza, y que es imposible que alguien que los conozca a ustedes no se imagine qué puede estar pasando. En el programa oficial de la convención no se habla para nada de la Mare Undarum, así que, ¿qué puedo pensar cuando me los encuentro a todos, y por añadidura, actuando como conspiradores? Lo siento, pero esa es la impresión que dan.
-Radha, por favor -el que habló era Quinteros-. Intenta no comportarte con nosotros como si todavía estuviéramos a tus órdenes. Te lo ruego, permite al señor Dyson que nos acompañe. Después de todo, si no es conveniente que hable, no lo hará-. Dirigió a Radha una mirada significativa, y ésta cedió, aunque a regañadientes.
-Está bien. Lo siento, señor Dyson, no quería ser grosera, pero la situación no tiene nada de divertida -le tendió la mano y se la estrecharon-. Tenga en cuenta que lo mejor será que usted no intervenga. Que quede claro que viene como mero observador. Y además, no le vamos a permitir publicar nada.
Dyson compuso su expresión más cautivadora.
-De eso hablaremos después, ¿no será mejor? ¿Para qué avanzar acontecimientos?
Ninguno de los miembros del grupo se mostró satisfecho con este comentario, las miradas que le dirigieron eran sombrías, y se oyó un murmullo confuso pero ominoso. La excepción fue Quinteros, que se enfrentó a todos.
-Yo respondo por el señor Dyson. La responsabilidad es mía. Señor Dyson, acompáñenos. Y espero no equivocarme confiando en usted.
-Soy Mark para todos ustedes -miró agradecido al correntino-. No le decepcionaré.
Radha cortó la conversación.
-En fin, vamos a ver, ya está dispuesta la expedición. La misma sala que ayer. Por la Mare Undarum Iderbayarii, Elaine, Aiko, Quinteros y yo. Por cierto, ¿qué tal esa… memoria a largo plazo?
Los antiguos astronautas se miraron unos a otros. Todos asintieron, con la cabeza o suaves murmullos.
-Yo igual. Bien, están los acompañantes, Ochirbatyn y Mark. Ya os iréis poniendo al día… Supongo que el doctor Bouchard ya nos estará esperando. Vamos.
Mark Dyson captó rápidamente el nombre.
-¿Roger Bouchard, el sociólogo?
-En efecto.
-¡Vaya! He ido siguiendo las publicaciones de sus artículos, y me parecen excelentes. Estaré encantado de conocerle. Espero que sea posible una entrevista.
Radha no permitió que en su rostro se reflejara otra cosa que impasibilidad. Elaine y Aiko, que habían quedado rezagadas, se miraron y sonrieron de forma maliciosa. Aiko susurró al oído de la doctora.
-El encanto va a ser realmente épico.
-Y la entrevista, impublicable.
Y continuaron su camino cogidas del brazo.
(Continuará)

Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada